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jueves, 20 de mayo de 2010

PROYECTOS, PERSONAS Y PASIONES

PROYECTOS, PERSONAS Y PASIONES
(por Odilas)














Proyectando
Hace muchos años que me dedico a la dirección de proyectos. Y lo seguiré haciendo. El principal motivo, porque me encanta.

Los proyectos te obligan a varias cosas: 
1. Entender una realidad, un problema, su contexto, su origen. Leer entre líneas durante eso que llamamos la toma de requerimientos. Imaginar futuros escenarios, de nuevo contextualizarlos, documentarse, investigar, conectar ideas. Transformar. Quizás esa es la magia de un proyecto. El espacio donde ocurre ya no es el mismo que en origen. Satisface esa necesidad humana de influir en tu entorno, de transformar realidades, de convertir ideas en acción, de provocar cambios.
















2. Un proyecto te obliga también a la convivencia entre personas y a la gestión de esas relaciones. Pocas cosas cohesionan más que trabajar con un objetivo común pero a la vez, la presión de unos plazos y unos recursos finitos, tensa e intensifica esas relaciones hasta provocar momentos de lo más gloriosos o de los más conflictivos. Pero el conflicto, no es malo, creo, creemos muchos, que ayuda a progresar y a conocernos a nosotros mismos y a los demás. Los proyectos son familias provisionales, ecosistemas sociales donde estamos condenados a entendernos para obtener resultados. Y no hay metodología que nos asista ante semejante desafío. 














3. Una tercera cosa (supongo que la lista podría seguir) a la que obliga un proyecto es a salir. La diferencia entre una actividad continua y un proyecto es el carácter finito de este último. Un proyecto tiene un principio y un fin. Saber cerrar un proyecto es un acto de maestría que he visto muy pocas veces.
Hay una cita de Richard Templar que dice: "El primer 90% de un proyecto se toma el 90% del tiempo...el último 10% se toma el otro 90% del tiempo".
Y Tom Peters, ante esto recomienda que busquemos lo que él llama “El tipo último 2%”: Aquel incansable, meticuloso y tenaz que es capaz de rematar la faena.



















Pero hay más: Cuando el proyecto termina, has de abandonarlo. Abandonarlo emocionalmente. Hay que hacer el esfuerzo de desvincularse y dejar que otros lo mantengan, lo hagan evolucionar o lo destrocen, pero hay que salir. Por higiene mental, por rendimiento personal y por respeto a los que vienen detrás de ti. Reconozco que esta parte es la que más me cuesta, pero siempre hay alguien cerca que con cariño y determinación me mira y me dice algo así como “se acabó”, “descansa”, “gracias”, “todo está en orden”, “ya no te necesitamos”  

Me dedicaré a proyectos que estén vinculados a motivaciones personales. Cuando trabajas para un tercero (en una empresa) esto es más difícil, pero desde la independencia (la artesanía), quiero vincular la pasión por el formato con la pasión por el objetivo. Ahora que escribo esto, creo que siempre he hecho mío el objetivo de los otros (los otros son los clientes), me cuesta recordar haber hecho algo por pura mecánica o disciplina, aunque supongo que ha sido una fórmula ocasionalmente necesaria y autoimpuesta para pasarlo bien y conseguir comprometerme. 


El  Ciclo de Vida de un Proyecto




















En el ciclo de vida de un proyecto, podrían identificarse 3 estados diferenciados que a su vez, podrían constituir proyectos en sí mismos, pero que me parece interesante observarlos por separado.


La Conceptualización. 




















Corresponde al tiempo en que no sabemos qué forma tendrá el proyecto. Tenemos delante un problema, una voluntad de cambio, una oportunidad de mejora y nos piden que tengamos ideas, que definamos un enfoque, y que diseñemos una solución. No me refiero a una solución tecnológica (el modelo de proyectos está muy arraigado al desarrollo y la implantación del software, pero aquí hablamos de proyectos en su sentido más general), me refiero a un mapa conceptual que comprenda la situación actual, su contexto y nuestra propuesta.


La búsqueda de Recursos.




















 Recursos de todo tipo, pero me centraré en el equipo humano. Es el momento de montar la banda. Algunos habrán participado en la concepción, otros se incorporarán para la acción. Es el momento de buscar complementariedades, complicidades, valorar la disponibilidad y evaluar los costes.
Y es en este momento dónde hay que declarar el modelo de relación, los roles y las responsabilidades. 


El Desarrollo del proyecto.




















Corresponde al conjunto de tareas que nos conducirán, con suerte, a la consecución de los objetivos. Es planificación y re planificación. Es sortear los riesgos convertidos en problemas. Es ejecución y resolución. 

Esta exposición no describe de forma exhaustiva las etapas de un proyecto. En cada una de ellas hay un sinfín de actividades y recomendaciones que ya están descritas en muchas metodologías que podemos consultar. 

Para mi, lo que justifica esta separación, esta forma de ordenar el ciclo, es lo que impera en cada una de las etapas. Los verbos predominantes, las actitudes clave y diferentes en cada una de ellas:

En fase de conceptualización lo que debería predominar es la CREATIVIDAD. En esos momentos aplica todo lo que está escrito sobre innovación, investigación, la diversidad, conocimiento..

Cuando buscamos, conectamos y formamos el equipo, la clave es la FLEXIBILIDAD. Es necesario liberarse de cualquier restricción que vaya en contra de encontrar el equipo idóneo para ese proyecto concreto. Idóneo en competencias, en actitudes, en capacidad de relación y en costes

La última etapa está sometida al RIGOR. Hemos asumido compromisos vinculantes, en plazos concretos y con unos recursos finitos. Manejar todas las variables y riesgos de un proyecto requiere disciplina, seguimiento, método, seguridad. 

No todos servimos para lo mismo (intenta poner a un creativo a redactar actas de seguimiento!), ni todas las situaciones se pueden abordar de la misma manera, porque rara vez se nos presenta la oportunidad de participar de principio a fin de este ciclo, y conviene tener en cuenta (y no siempre es obvio) en qué momento está el proyecto en el que entramos.

En fin, filosofía sobre proyectos, sólo para no aceptar del todo la realidad de que cada proyecto es singular e irrepetible, dónde poco sirve lo aprendido o experimentado anteriormente.

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